Un proyecto de una hidrovía en la Amazonía pone en riesgo a las poblaciones afectadas y podría liberar a la atmósfera millones de toneladas de dióxido de carbono. Un panel alertó de la situación en la COP25 en Madrid.
La deforestación de la selva peruana no es el único problema al que deben enfrentarse las comunidades locales. Los habitantes ribereños de los ríos Huallaga, Ucayali, Marañón y Amazonas ven con temor la puesta en marcha de una hidrovía que atenta contra su supervivencia. El proyecto, impulsado por el gobierno peruano, fue uno de los últimos temas de discusión en el marco de los eventos paralelos que se suceden mientras se llevaban a cabo las negociaciones climáticas en Madrid (España).
La ‘Hidrovía Amazónica’ pretende mejorar el transporte fluvial en la Amazonía peruana a lo largo de 2.687 kilómetros, uniendo los departamentos de Piura y Loreto. Concesionado en 2017 por un período de veinte años al consorcio Cohidro, formado por una empresa peruana y otra china, la operación, con un costo de 95 millones de dólares, prevé el dragado de trece puntos de poca profundidad, llamados ‘malos pasos’, distribuidos en el río Marañón (3), Huallaga (6) y Ucayali (4).
El dragado consiste en remover, succionar, transportar y descargar material del fondo del río para depositarlo en otra zona del mismo. Según la organización Wildlife Conservation Society, esta acción conlleva diversos impactos, como la modificación y alteración del hábitat y dinámica de los ríos y el incremento de su turbidez, con posibles consecuencias para la pesca. Este sector genera beneficios de más de diez millones de euros anuales y es una “actividad estratégica para la supervivencia indígena”, dijo Paola Naccarato, especialista en infraestructura, impactos ambientales y sociales de dicha organización.